> Miranda Cosgrove
“Los fans pueden ser tan cariñosos como demandantes"
El Sí! viajó a L.A. para entrevistar a la estrella que protagoniza “iCarly”. De las enseñanzas de Jack Black al disco propio obligado, una estrella tween que no necesita rehab.
Alguna vez, no hace más de dos décadas atrás, algún chef pobre de pulso probó un pomo de chocolate repostero sobre un limpio plato, a la vez que un ayudante corto de vista colocaba un postre frutal por encima. El mozo lo llevó directamente al asiento de una importante figura del jet-set, al que su séquito de aduladores/as elogió por la elección y la originalidad del postre. Ese, y no otro, debería ser el origen de esos pedazos cuadrados de cerámica pulida, surcados por irregulares eses de chocolate que pululan de Palermo a Londres. Incluyendo esta suite-de-cinco-estrellas de Los Angeles, donde el calor hace sudar a esas especies de corcheas de caramelo que coronan una mesa enorme.
Cuando aparece Miranda Cosgrove (camisa de jean sobre remera batik, jeans chupines que parecen anchos a su delgadez), estamos ante la encarnación del adolescente que los adultos suelen abrazar: amable, risueña, tímida a reglamento, con una sexualidad neutra. Probablemente si no tenés entre 4 y 15 años ignores todo sobre ella, pero su show en Nickelodeon, el rompe-ratings iCarly , no sólo desplazó de dos años a esta parte al de Hannah Montana , sino que recupera un tipo de humor al estilo Lucille Ball, del que probablemente ignores todo si no tenés entre 47 y 89, en la era del podcast. A los 18 tiene el mismo rostro que a los 13 (la edad ficcional de Carly) y, probablemente, el que tendrá a los 40, cuando llegará a parecerse a la actriz de erotismo radical Tera Patrick (lo siento, hay niños leyendo esto y no se pueden usar términos más concretos).
En cierto sentido, la señorita Cosgrove es la reserva moral de Occidente: no por pacata, sino en contraposición de los desmanes de Lindsay Lohan, las recaídas de Demi Lovato y los coqueteos de Hannah Montana con Playboy. Y al mismo tiempo, puede bancar el humor más desenfadado que pretende enarbolar Nickelodeon en contraposición a Disney, su gran competidor en el mercado tween (pre-adolescentes). De hecho, se considera que Nickelodeon primereó en ese target con Clarissa Explains it All , que tenía como protagonista a Melissa Joan Hurt. De esto hace exactos 20 años y, seguro, la Hurt no se llevaba los 180 mil dólares por show que hoy embolsa la Cosgrove. “La primera vez que leí un comentario sobre mi actuación y decían que era un role model , casi tuve que hacer un curso para entenderlo. Cuando leo los guiones, trato de estar al margen de eso y ofrecer un papel que los televidentes disfruten. No hay mucho secreto”, cuenta suelta y sin aparentar.
–Sos uno de esos casos de actores jóvenes que hacen el colegio en la casa. ¿Extrañás las aulas?
–Por ley tuve que hacer 15 horas semanales y rendir examen. Me tocó entonces que mis aulas fueran algunas bibliotecas públicas de Los Angeles, pero en un momento no pude concentrarme más: los fans pueden ser tan cariñososo como demandantes.
–¿Es cierto que compartiste aulas con Drake Bell y Josh Peck, las otras estrellas del canal?
–¡Absolutamente! No sé si debería decir esto, pero ha de notarse que ellos son mayores que yo (se ríe con picardía), así que terminaron antes. Lloré un montón cuando se fueron. Y contestando, finalmente, la pregunta anterior, sí, extrañé estar en un aula.
–O sea que tuviste más experiencia de aulas filmando “Escuela de Rock” (2003) que en tu vida real...
–Ja ja. Puede decirse que sí. Tengo un parámetro desfasado: para mí, un maestro normal es Jack Black.
–Una de las atracciones de “iCarly” son los videos que mandan los fans. ¿Alguna vez recibieron algo más asqueroso que ese chico que...
–...lanzaba leche por los ojos? ¡Repugnante! Pero no, ésa fue la mayor chanchada que recibimos. Por supuesto, fue uno de los capítulos más vistos...
–¿Cómo es protagonizar el programa favorito de las hijas del presidente Obama y que incluso su esposa, Michelle, aparezca en un episodio?
–Trato de tomármelo con calma. Cuando los fans vienen a pedirme un autógrafo, muchas veces tiemblan y trato de hacerles entender que soy una persona normal. Entonces, aplico el mismo sistema en mi relación con personas de esa talla. O lo intento, al menos...
–Estás en una edad bisagra, 18, interpretando a una adolescente. ¿Qué lectura hacés cuando leés que Demi Lovato o Lindsay Lohan entran en rehabilitación?
–Son cuestiones privadas, aquejando a distintas personas. Prefiero crecer despacio, quemando cada etapa a su debido momento. Ojalá no me equivoque.
Cuando aparece Miranda Cosgrove (camisa de jean sobre remera batik, jeans chupines que parecen anchos a su delgadez), estamos ante la encarnación del adolescente que los adultos suelen abrazar: amable, risueña, tímida a reglamento, con una sexualidad neutra. Probablemente si no tenés entre 4 y 15 años ignores todo sobre ella, pero su show en Nickelodeon, el rompe-ratings iCarly , no sólo desplazó de dos años a esta parte al de Hannah Montana , sino que recupera un tipo de humor al estilo Lucille Ball, del que probablemente ignores todo si no tenés entre 47 y 89, en la era del podcast. A los 18 tiene el mismo rostro que a los 13 (la edad ficcional de Carly) y, probablemente, el que tendrá a los 40, cuando llegará a parecerse a la actriz de erotismo radical Tera Patrick (lo siento, hay niños leyendo esto y no se pueden usar términos más concretos).
En cierto sentido, la señorita Cosgrove es la reserva moral de Occidente: no por pacata, sino en contraposición de los desmanes de Lindsay Lohan, las recaídas de Demi Lovato y los coqueteos de Hannah Montana con Playboy. Y al mismo tiempo, puede bancar el humor más desenfadado que pretende enarbolar Nickelodeon en contraposición a Disney, su gran competidor en el mercado tween (pre-adolescentes). De hecho, se considera que Nickelodeon primereó en ese target con Clarissa Explains it All , que tenía como protagonista a Melissa Joan Hurt. De esto hace exactos 20 años y, seguro, la Hurt no se llevaba los 180 mil dólares por show que hoy embolsa la Cosgrove. “La primera vez que leí un comentario sobre mi actuación y decían que era un role model , casi tuve que hacer un curso para entenderlo. Cuando leo los guiones, trato de estar al margen de eso y ofrecer un papel que los televidentes disfruten. No hay mucho secreto”, cuenta suelta y sin aparentar.
–Sos uno de esos casos de actores jóvenes que hacen el colegio en la casa. ¿Extrañás las aulas?
–Por ley tuve que hacer 15 horas semanales y rendir examen. Me tocó entonces que mis aulas fueran algunas bibliotecas públicas de Los Angeles, pero en un momento no pude concentrarme más: los fans pueden ser tan cariñososo como demandantes.
–¿Es cierto que compartiste aulas con Drake Bell y Josh Peck, las otras estrellas del canal?
–¡Absolutamente! No sé si debería decir esto, pero ha de notarse que ellos son mayores que yo (se ríe con picardía), así que terminaron antes. Lloré un montón cuando se fueron. Y contestando, finalmente, la pregunta anterior, sí, extrañé estar en un aula.
–O sea que tuviste más experiencia de aulas filmando “Escuela de Rock” (2003) que en tu vida real...
–Ja ja. Puede decirse que sí. Tengo un parámetro desfasado: para mí, un maestro normal es Jack Black.
–Una de las atracciones de “iCarly” son los videos que mandan los fans. ¿Alguna vez recibieron algo más asqueroso que ese chico que...
–...lanzaba leche por los ojos? ¡Repugnante! Pero no, ésa fue la mayor chanchada que recibimos. Por supuesto, fue uno de los capítulos más vistos...
–¿Cómo es protagonizar el programa favorito de las hijas del presidente Obama y que incluso su esposa, Michelle, aparezca en un episodio?
–Trato de tomármelo con calma. Cuando los fans vienen a pedirme un autógrafo, muchas veces tiemblan y trato de hacerles entender que soy una persona normal. Entonces, aplico el mismo sistema en mi relación con personas de esa talla. O lo intento, al menos...
–Estás en una edad bisagra, 18, interpretando a una adolescente. ¿Qué lectura hacés cuando leés que Demi Lovato o Lindsay Lohan entran en rehabilitación?
–Son cuestiones privadas, aquejando a distintas personas. Prefiero crecer despacio, quemando cada etapa a su debido momento. Ojalá no me equivoque.
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